Zemblania








Vivimos en castillos de mentiras que se han vuelto cotidianos.

Tenemos una procedencia animalesca tapada por una falsa intelectualidad colectiva,
con el pecho bien en alto porque somos los animales que desarrollaron el raciocinio,
capacidad  que en general solo usamos para erigir laberintos donde nos adentramos porque tenemos miedo, escondiendo nuestro verdadero yo, en un intento de protección.
Pero luego nuestro artificio se nos da a la inversa y nos perdemos, olvidamos como es el regreso, caemos en nuestro propio laberinto y nos convertimos en alguien más. 

Nos acostumbramos y después no hacemos el mínimo esfuerzo por  volver a ser quien en verdad somos. 
El olvido nos ha hecho su presa, y nuestro verdadero yo, completamente abandonado queda para siempre encerrado en el centro del laberinto, en lo profundo de nuestro interior, esperando en vano un rayo de luz de nuestra retentiva mirada, que disipe la penumbra y le otorgue libertad.




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