RATO DE LLUVIA




Llueve. En el calor sobrio de la sala

mi mano -la mano que sostiene un libro-
tiembla a veces al frío de una ráfaga.

Tú estiras -sin languidez positiva- los pies

sobre el perro muelle tendido ante mí.
Lanzas, tras el humo de tu cigarro, 
un bostezo sin ingenuidad.
Adoptas, como una máscara, un gesto de fastidio.
Y dices, con voz de falsa impaciencia: cuándo escampa.

Mis dedos, en el lomo del libro, 

se dan el gusto de teclear: mentira.
Porque veo que tú, el nervioso, no muestras ahora
un solo signo de sincera intranquilidad.
Porque sé mentido ese tedio
en que .te embozas en esta hora de lluvia y paz.
Porque sé que contento y sosegado
pasarías la vida así,
conmigo y con el perro y tu cigarro
a pesar de mi libro y mi silencio. 


-Enriqueta Arvelo Larriva






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